jueves, 20 de mayo de 2010

El Conjuro de los Aromas





La mujer es como una fruta que sólo exhala su fragancia cuando la frotan con la mano. Toma, por ejemplo, la albahaca: a menos que la calientes con los dedos no emite su perfume. ¿Y sabes, por ejemplo, que a menos que el ámbar sea entibiado y manipulado retiene su aroma?
Es igual con la mujer: si no la animas con tus caricias y besos, con mordiscos en sus muslos y abarazos apretados, no obtendrás lo que deseas; no experimentarás placer cuando ella comparta tu diván, y ella no sentirá afecto por ti.- De El jardín perfumado


(Texto que pertenece al libro Afrodita, de Isabel Allende)

martes, 14 de abril de 2009

Para la semana santa les traigo el Mito del 'Xocolatl'





"Siervos y señores"

El cacao no necesita sol, porque lo lleva adentro.
Del sol de adentro nacen el placer y la euforia que el chocolate da.
Los dioses tenían el monopolio del espeso elixir, allá en sus alturas, y los humanos estábamos condenados a ignorarlo.
Quetzalcóatl lo robó para los toltecas. Minetras los demás dioses dormían, él se llevó unas semillas de cacao y las escondió en su barba y por un largo hilo de araña bajó a la tierra y las regaló a la ciudad de Tula.
La ofrenda de Quetzalcóatl fue usurpada por los príncipes, los sacerdotes y los jefes guerreros.
Sólo sus paladares fueron dignos de recibirla.
Los dioses del cielo habían prohibido el chocolate a los mortales, y los dueños de la tierra lo prohibieron a la gente vulgar y silvestre.


-Por Eduardo Galeano en Espejos -2008-

miércoles, 10 de diciembre de 2008

De Luis Espinosa (Chamalú) -Bolivia-

Y se llevaron el oro y la plata,
embriagados en su codicia; no se detuvieron
a contemplar la montaña guardián,
ni abrazaron los árboles sagrados.
Se llevaron tantas cosas,
pero olvidaron llevarse lo más importate:
nuestra alegría de vivir, el canto con el
que recibimos cada amanecer y la danza
con que agradecidos despedimos al día.
Se llevaron lo menos importante,
lo esencial está aquí, en el umbral
de nuestro corazón. La fiesta fugazmente
interrumpida, hoy con crecienta fuerza
puede continuar...

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡Feliz cumpleaños Don Eduardo!


Con motivo de celebración de su nacimiento, al padrino que le dio nombre al Blog, quería dejarles otro cuentito de nuestro maravilloso pensador latinoamericano...


El río del olvido



La primevera vez que fui a Galicia, mis amigos me llevaron al río del Olvido. Mis amigos me dijeron que los legionarios romanos, en los antiguos tiempos imperiales, habían querido invadir estas tierras, pero de aquí no habían pasado: paralizados por el pánico, se habían detenido a la orilla de este río. Y no lo habían atravesado nunca, porque quien cruza el río del Olvido llega a la otra orilla sin saber quién es ni de dónde viene.



Yo estaba empezando mi exilio en España, y pensé: si bastan las aguas de un río para borrar la memoria ¿qué pasará conmigo, resto de un naufragio, que atravesé toda una mar?


Pero yo había estado recorriendo los pueblecitos de Pontevdra y Orense, y había descubierto tabernas y cafés que se llamaban Uruguay o Venezuela o Mi Buenos Aires Querido y cantinas que ofrecían parrilladas o arepas, y por todas partes había banderines de Peñarol y Nacional y Boca Juniors, y todo eso era de los gallegos que habían regresado de América y sentían, ahora, la nostalgia al revés. Ellos se habían marchado a sus aldeas, exiliados como yo, aunque los hubiera corrido la economía y no la policía, y al cabo de muchos años estaban de vuelta en su tierra de origen, y nunca habían ovidado nada. Ni al irse, ni al estar, ni al volver: nunca habían olvidado nada. Y ahora tenían dos memorias y tenían dos patrias.


lunes, 28 de julio de 2008

Jack London

La llamada de la selva (fragmento)



" Hay un éxtasis que señala la cúspide de la vida, más allá de la cual la vida no puede elevarse. Pero la paradoja de la vida es tal que ese éxtasis se presenta cuando uno está vivo, y se presenta como un olvido total de que se está vivo. Ese éxtasis, ese olvido de la existencia, alcanza al artista, convirtiéndolo en una llama de pasión. Alcanza al soldado, que en el ardor de la batalla ni pide ni da tregua, y alcanzó a Buck que corría al frente de la jauría lanzando el atávico grito de los lobos y pugnando por atrapar la presa que huía a la luz de la luna. Estaba surcando los abismos de su especie y de las generaciones más remotas, estaba retornando al seno del Tiempo. Estaba dominado por el puro éxtasis de la vida, por la oleada de la existencia, por el goce perfecto de cada músculo, de cada articulación, de cada nervio, y todo era alborozo y delirio, expresión en sí misma del movimiento que lo hacía correr triunfante bajo la luz de las estrellas y sobre la materia inerte y helada. "

jueves, 1 de mayo de 2008

La Soledad de América Latina

por Gabriel García Marquez-Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 (fragmentos,si,es largo pero vale la pena leerlo)

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia(...)

Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares (...)

Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
(...)La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado(...)
¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte(...)

(...)Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

(...)Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos...

martes, 29 de abril de 2008

Y todo sigue igual...



Por José Saramago (escritor portugués)
ÁFRICA 12 de Agosto de 1998, publicado en el diario El Mundo.

Tengo ante mí dos instantáneas fotográficas, de ésas que los medios de comunicación social clasifican inmediatamente como "históricas", sin darse el trabajo de esperar a que la Historia dé su opinión. Una fue captada en mayo de 1995 y muestra el abrazo "fraternal" que unió en Lusaka al presidente de la República de Angola, José Eduardo Santos y a Jonas Savimbi, presidente de la UNITA (Unión para la Independencia Total de Angola). La segunda instantánea, obtenida a bordo de una fragata portuguesa, tiene menos de tres semanas y no es tan expansiva en demostraciones afectivas: se contenta con registrar el frío apretón de manos que selló la firma del acuerdo de tregua entre el Gobierno de Guinea-Bissau y la fracción militar insurrecta. El tiempo mostró pronto que el abrazo de Lusaka, desgraciadamente, no había abierto el camino para la paz en Angola. El tiempo también mostrará si el desconfiado apretón de manos en el camarote del comandante llegará a valer más que el abrazo.
No es imprescindible que se haya nacido con una visión especialmente aguda para distinguir lo que se encuentra en el reducido espacio que separa a los dos hombres que se abrazan y a los dos hombres que se aprietan las manos: son muertos, muertos, montones de muertos, centenares en el caso de Guinea-Bissau, muchos miles en el caso de Angola. Siempre fue así. La paz necesita tanto de los muertos como la guerra que los hizo. Los abrazos de conciliación se intercambian en lo alto de una pirámide de cadáveres, los apretones de manos sobre un río de sangre. La guerra es el absurdo que se ha hecho cotidiano, la paz no resucita a nadie. Sobrevivientes de las masacres, de los saqueos y de las humillaciones infligidas por el colonialismo viejo, mozambiqueños, angoleños, guineanos, y con ellos Africa toda, prosiguieron con sus propios medios, cada vez más eficaces, el trabajo de la muerte, preparando, muchos sabiendo bien lo que hacen, el campo donde mañana se instalarán, con las manos libres y la impunidad garantizada por las múltiples complicidades del crimen, las formas nuevas de explotación que ya esperan la hora de avanzar. Mientras tanto, Africa -la Africa donde nació la Humanidad- se deshace en sangre y vísceras desparramadas, se consume de hambre y de miseria extrema, se pudre de abandono, ante la impaciencia mal disimulada del mundo que seguimos llamando "culto" y "civilizado". Todo pasa como si estuviéramos esperando que la guerra, el hambre y las epidemias acaben de una vez por todas con los pueblos africanos, como si estuviéramos esperando que limpien el terreno de esos incómodos millones de niños famélicos cuya última agonía las televisiones distribuyen a domicilio, a la hora de cenar.
Africa, sin embargo, ya no cabe en Africa, ya no se resigna a morir en Africa. Está en marcha lo que será, probablemente, una de las mayores migraciones de la Historia humana. Olas ininterrumpidas de africanos sin trabajo y sin esperanza de conseguirlo en la tierra que es suya, se mueven en dirección al norte, hacia la Europa de las riquezas y el bienestar, atraviesan el Mediterráneo en frágiles embarcaciones dejando tras de sí un rastro de ahogados -más muertos, siempre más muertos- y, si logran poner pie en tierra y escapar a las diversas policías que los cazan y devuelven al otro lado del mar, van a sujetarse, en la inmensa mayoría de los casos, a condiciones de vida indignas, desprotegidos de todo, insultados por todos, sobreviviendo, no preguntemos cómo. Cuando el centro, (o sea, Europa) se desplazó a la periferia, (o sea, a Africa), lo que hizo fue explotar en exclusivo beneficio propio las inmensas riquezas materiales del continente, sin tener en cuenta el futuro de los que allí vivían y de los que allí nacerían. Ahora, generaciones pasadas, después de largas y dolorosas luchas por la libertad y por la independencia, en muchos aspectos malogradas, es la periferia la que avanza sobre el centro... Los vientos que los países colonialistas -en mayor o menor grado, toda Europa- inhumanamente sembraron en Africa, se están transformando en huracanes devastadores. Son terribles las noticias que llegan todos los días a la fortaleza europea, pero nadie parece saber aquí cuál es la respuesta a la pregunta: "¿Qué hacer?". Se dan respuestas, sí, pero no la respuesta, ésa que, si no sufro de utopía incurable, sólo podrá ser la de crear en Africa condiciones de vida que merezcan ser llamadas humanas. Europa tendrá que restituir a Africa lo que le robó en 400 años de cruel explotación.